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Club del Perro de Presa Canario de Las Palmas
LA EXPRESIÓN EN EL PERRO DE PRESA CANARIO
Cualquier raza de perros se identifica y diferencia por una serie de rasgos geno y
fenotípicos que la hacen distinta del conjunto de las variedades caninas. Entre estos
aspectos diferenciadores resalta, mayormente, uno cuya importancia racial es total y
determinante: la cabeza.
Sin menospreciar en nada la importancia que aporta al perro contar con una buena
estructura, una buena osamenta, un adecuado desarrollo muscular, un movimiento típico,
un temperamento firme y equilibrado, o una buena armonía entre sus proporciones, desde
el punto de vista racial es imprescindible que la cabeza del ejemplar defina, con su simple
visión, al resto del animal.
Esta apreciación que podría parecer parcial, no lo es en tanto en cuanto observamos
cualquier ejemplar de razas más consolidadas y luego a muchos de nuestros actuales
perros de presa, cuyo dimorfismo entre sí es mas que notorio. Si bien originariamente la
finalidad de esta casta fue la lucha entre congéneres, hoy hemos de reconocer que la
utilidad del perro de presa canario es muy diferente y que las actuales estirpes caninas
precisan de un alto grado de definición y selección para abrirse hueco en la cinofilia
mundial o, cuando mínimo, para poder obtener el calificativo de "raza".
Por ello y la vez que admitimos que se trata de una agrupación canina relativamente joven,
al menos en cuanto a su evolución moderno, es evidente que hay que definir de forma
efectiva y duradera la correcta cabeza de nuestros presas y la adecuada expresión como
determinante racial. Este concepto, en cierto modo abstracto y pésimamente definido por
los especialistas (ni siquiera en el patrón racial se menciona), confunde a los aficionados y
en muchas ocasiones es utilizado con cierta irresponsabilidad para justificar dudosos
veredictos, lo que desvela no solo un brutal desconocimiento de la raza, sino de esta
particular seña de identidad en sí.
La preocupación de los criadores recientes ha ido encaminada a reproducir ciertas
características morfológicas que, si bien son importantes, no lo son menos la expresividad
y el adecuado talante de nuestros presas, cuya importancia se ha relegado
inconscientemente a un segundo plano y que, en realidad, debieron desarrollarse
conjuntamente.
Cierto es que cada día se encuentran ejemplares de mejor estructura y presencia, con
buen aspecto general y, en ciertas ocasiones, con un correcto temperamento. Pero
también es verdad que la expresión de los mismos es cada día más distante de lo que fue
en el pasado. La incorporación de razas molosoides de presa y del tipo terrier bull, a la
escasa población de presas canarios que aún pervivían en la década de los setenta, ha
producido, lógicamente, la pérdida de ciertos rasgos propios antaño muy marcados. A ello
habría que añadir un notable desconocimiento por parte de los criadores sobre lo que
habían sido los presas antiguos y sobre lo que debería ser el presa actual. Evidenciado
por el olvido de las tradicionales peleas de perros y, con ellas, la memoria histórica de los
antiguos presas. Otro aspecto determinante lo constituye el rápido auge vivido por esta
raza. Su indudable atractivo cautivó a muchos aficionados, no solo isleños sino también
foráneos y la considerable demanda despertada disparó el número de cruces indeseables
con diversas razas que poco tenían que ver con el tipo originario y que produjo el boom de
los ochenta. Todas estas eventualidades combinadas entre sí motivaron poco a poco y en
mayor o menor medida la progresiva pérdida de ese rasgo identificativo al que hago
referencia y que en el argot canino se conoce como expresión.
No es que los "perreros" de antaño se esforzasen por conservar esta singularidad racial
(bien al contrario sólo se buscaban perros eficaces desde el punto de vista del combate),
sino que en aquella época la población canaria de presas estaba mucho más acotada
genéticamente y por lo tanto era muchísimo más coincidente en virtud de un fuerte
aislamiento que la definió y uniformó sin esfuerzo.
Pero conocida esta realidad sólo cabe tomar en consideración las medidas necesarias
para corregir tal situación antes de que sea demasiado tarde y resulte más difícil aún
conseguir reproductores con un ademán típico y transmisible a las camadas sucesivas.
Habría que definir pues, como debe ser la apariencia típica de la cabeza del presa canario
y qué aspectos debemos considerar prioritarios a la hora de la cría con uno ú otro
reproductor.
El patrón racial del perro de presa canario elaborado y consensuado en 1989 entre las
asociaciones recuperadoras de Gran Canaria y Tenerife y algunos criadores
independientes, fue tomado como modelo válido a seguir en la cría y recuperación del
actual perro de presa canario, contando con las bendiciones de la Real Sociedad Central
para el Fomento de las Razas Caninas en España y, puesto que su validez y utilidad es
cada día más constatable, a él nos referiremos como reseña obligatoria en sucesivas
ocasiones y nos servirá para determinar este confuso aspecto de la morfología del presa.
En él se define la cabeza como de tendencia cuboide, esto es de aspecto más bien
cuadrado, a ello contribuye su ancho cráneo, de frente básicamente plana y un gran
desarrollo de los músculos temporales y maseteros. La importancia de los músculos
masticadores tiene mucho que ver con el volumen y el relleno de la cabeza, dando una
impresión sólida y compacta. Viendo al perro lateralmente y si prolongásemos una línea a
lo largo de la parte superior de la frente y otra sobre el borde superior del hocico,
obtendríamos dos líneas paralelas. Por tanto cráneo y cara deben ser paralelos y no
divergentes, en todo caso podría admitirse una ligera convergencia entre estos dos trazos,
pero nunca la tendencia inversa que ofrecería el perfil de un Bullterrier. La importancia de
los potentes maxilares con ancha implantación en el cráneo dá idea de la funcionalidad
básica de la raza: la sujeción con sus fauces de la presa. La proporción correcta entre la
longitud del cráneo y la de la cara ú hocico, debe ser de 3 a 2 (3 de largo del cráneo por 2
de largo de la cara -o de un 60% por un 40% -si se prefiere). La distancia medida desde el
hueso occipital hasta el extremo de la trufa debe oscilar alrededor de los 25 cm y el
perímetro craneal en los machos debe rondar los 60 cm Rebasar estas proporciones en
uno u otro sentido alteraría también la imagen o apariencia típica de esta raza. Hay que
tener en cuenta que el hocico no debe suponer un estrechamiento brusco del grosor del
cráneo, sino que se aminora paulatinamente hacia la trufa, con una ancha base de
implantación reduciéndose al avanzar hacia el extremo de la cara.
Otro aspecto importante dentro de la conformación de la cabeza del
presa es el Stop, o salto que se produce desde el cráneo hasta la cara.
El Stop del perro de presa canario es muy suave, casi inexistente
puesto que desde la frente a la caña nasal apenas hay desnivel, o al
menos esto es lo deseable. Esta particularidad lo hace, a mi modo de
ver, diferente de la mayoría de los molosos de presa, puesto que todos
ellos presentan fuertes depresiones craneofaciales, caso del Bulldog,
del Bóxer, del Bullmasstiff, del Dogo de Burdeos, del Mastiff, del
Mastino Napoletano, etc. Además el Presa canario se caracteriza por
mostrar un marcado surco frontal entre senos, que va dividiendo
longitudinalmente en dos la cabeza, desde la mitad aproximada del
cráneo hasta el término del Stop y le concede a su expresión un
aspecto ceñudo y severo. Los arcos cigomáticos también se presentan
muy desarrollados, así como la región ósea suborbital que es
pronunciada y ofrece duros perfiles a la cabeza del perro.
Las orejas que tienen una implantación craneal alta, dan impresión de
atención y elegancia cuando el perro se encuentra en acción. Estas
deben ser medianas, si bien es preferible que sean más bien pequeñas,
colgantes con uno (chapadas) o dos pliegues (en forma de rosa). Es
tradicional el corte de las mismas tal y como se efectuaba a los
ejemplares de pelea en el pasado. No obstante hay que decir que debe
darse la adecuada importancia al animal que las presente completas,
dado que podrán apreciarse al natural, sin alteraciones intencionadas.
El arranque de las mismas es alto y debe partir de la línea horizontal
imaginaria a la altura del ojo, hacia el centro del cráneo. Una inserción
incorrecta difumina el rústico y elegante aspecto que produce su
despliegue en atención.
Pese a ostentar piel suelta en el cuello, garganta y algunas partes de la
cara, no debe mostrarlas en la frente, salvo en dos zonas concretas. En
la parte superior del cráneo, justo entre la base de las orejas
(únicamente cuando se encuentra atento) y en la parte superior de las
órbitas, donde se forman dos pequeños pliegues que ofrecen un
aspecto severo a la mirada. La abundancia de arrugas en la parte
superior del cráneo dan clara impresión de hibridaje con molosos
centroeuropeos y altera la correcta expresividad de la cabeza.
Los ojos son de suma trascendencia en la entonación de la cabeza,
puesto que aportan la mayor parte de lo que entendemos como
expresión racial. Los ojos han de ser oscuros -cuanto más mejor -
grandes, redondeados o en forma de nuez y bien separados entre sí.
Los párpados deben ser bastante adherentes al ojo y no mostrar la
conjuntiva, ni ser rasgados o colgantes. Debe huirse de ejemplares con
ojos claros, achinados, de diferente tonalidad, muy unidos o de mirada
perdida, temerosa o fuertemente desconfiada, casos éstos totalmente
atípicos en esta raza. Su mirada es seria, penetrante y severa, al
tiempo que noble, franca y confiada. Es esta una de las características
más apreciadas en el gesto típico de esta variedad, dándole una
apariencia humana por su particular modo de observación.
Los labios superiores, que son medianamente gruesos y cuelgan
ligeramente hasta cubrir los inferiores, no deben ser
desmesuradamente largos ni descendidos. Un exceso en los mismos le
produciría automordidas indeseadas, aparte de convertirse en un
inconveniente en la lucha al ofrecer un blanco perfecto para el
oponente, motivo por el cual en la antigüedad se seleccionaban con
muy poco belfo. Únicamente deben pender un poco a la altura de la
comisura labial, donde por la necesidad de respiración accesoria, el
presa canario presenta una abertura que le permite respirar por la boca
mientras mantiene las mandíbulas cerradas y la presa sujeta. El labio
inferior debe ser bastante adherente al maxilar, salvo en la citada
comisura labial, donde es más desprendido y sus mucosas deben ser
oscuras. Además debe permitir ver los dientes con claridad, cuando
permanece con la boca abierta, lo contrario es una seña evidente de
mestizaje con otras razas de mayor volumen de belfos, léase
Bullmastiff, Mastino Napoletano, Mastiff, Bulldog, etc.
La trufa es ancha y de orificios muy abiertos que le permiten una buena
respiración en actividad, plana en su parte superior y formando una
punta ligeramente roma en su extremo delantero. siempre debe ser
negra. La máscara o pigmento de la cara debe ser negra también y
cubrir al menos, la mayor parte del hocico, no basta con que la nariz y
la parte frontal de los labios lo sean, es preciso que cubra ampliamente
la mayor superficie facial posible.
La boca es un aspecto vital, puesto que con esa herramienta desarrolla
su función de presa. Decíamos que los maxilares son anchos y la
implantación de las piezas dentales también, ofreciendo una gran base
de sujeción, con caninos muy desarrollados y fuertes y una dentición
completa y sellada. La mordida típica del presa canario, o la forma en
que engranan sus dos mandíbulas, es la conocida como pinza, esto es
que el borde inferior de los incisivos superiores descansa sobre el
borde superior de los inferiores con exactitud, si bien se admiten otros
tipos de mordida como lo son la tijera, donde los incisivos inferiores
quedan tras los superiores y la tijera invertida, que es el caso contrario.
O sea, que los incisivos inferiores sobresalen levemente de los
superiores. Si bien estos dos últimos tipos se permiten cuando la
separación entre ambas líneas de incisivos es mínima, pues de lo
contrario se produciría un prognatismo excesivo (en el primero de los
casos) o enognatismo (en el segundo). Ni que decir tiene que una
incorrecta mordida se aprecia a simple vista puesto que las dos
mandíbulas no encajan correctamente y, por tanto el aspecto externo
de la cabeza se modifica notablemente en uno ú otro sentido por la
prominencia maxilar.
El conjunto de todos estos aspectos conforma la expresión racial típica
del perro de presa canario. Una cabeza carente de alguno de ellos
alejará al ejemplar del tipo adecuado, mientras que la confluencia de
los mismos otorgará al perro una impresión imponente, severa, firme ya
la vez noble que destila un buen presa canario poseyendo buena
armonía entre sus proporciones craneofaciales. Lograr animales con
este ademán no es sencillo, máxime dada la amalgama genética que
reina en el archipiélago. No obstante es un objetivo a cumplir, puesto
que la carta de presentación de la raza es en gran medida la apariencia
de su cabeza, que es el aspecto que irradia a primera impresión el
perro y que marca la diferencia con el resto de las razas molosoides de
presa. De ello deben tomar buena nota los criadores preocupados por
la recuperación de esta cepa de perros, en cuya responsabilidad
descansa el futuro de esta raza canina canaria.
LA EXPRESIÓN EN EL PERRO DE PRESA CANARIO
Registro Nacional de Asociaciones del Ministerio del Interior
con el nº. 595790.
Inscrito en el Registro Nacional de Asociaciones del Ministerio del Interior con el nº. 595790.